Cuando decidí que necesitaba un cambio, tenía tres objetivos en mente: mejorar mi inglés, tener nuevas oportunidades laborales y disfrutar de una gran ciudad. Cuando uní esas tres premisas, sólo me pudo venir a la mente una ciudad: Londres.

Las cosas sucedieron muy rápido, en apenas una semana ya había reservado un curso intensivo en inglés durante 6 semanas, un vuelo sólo de ida y mi residencia en dos barrios diferentes. ¡La aventura comenzaba en unas semanas! Ya había visitado la ciudad en tres ocasiones de vacaciones y sabía la cantidad de cosas que tenía que ofrecer, especialmente culturalmente, por lo que sabía que iba a ser una experiencia perfecta para expandir la mente, conocer nuevas personas de todas partes del mundo y redescubrirme en una ciudad que se mueve a un ritmo muy rápido, incluso para algunas personas demasiado.

Mis primeras semanas fueron en el barrio residencial de Herne Hill, donde me alojé por tres semanas en un piso de alquiler repleto de españoles. Las clases de inglés comenzaron una semana después de haber llegado a la ciudad, lo cual fue perfecto porque tuve que hacer bastantes trámites durante esa primera semana: abrir una cuenta bancaria, solicitar el NiN, avisar en un jobcentre de mi cambio de residencia… Todo fue bastante rodado y la verdad que en todos sitios me atendieron muy, muy bien.

Estudié un intensivo de inglés en English School con una profesora maravillosa, súper divertida y joven. La experiencia en la escuela fue muy buena, las clases eran muy prácticas y lo mejor de todo es que apenas habíamos 4 personas de habla española en una clase de unas 20 personas. Gracias a esto te tenías que relacionar casi en todos los casos con gente de todos los países del mundo y obligatoriamente hablar inglés, y creo que este fue uno de los motivos por los que se mejora tan rápido, porque dábamos gramática pero el 80% de la clase era hablar, hablar y hablar. Durante los 2 meses que estuve en clase hicimos dos exámenes y finalmente subí de nivel, ¡mereció la pena!

A mitad del curso de inglés cambié mi residencia a Brixton. En este caso habíamos alquilado un airbnb, la dueña de la casa (una casa típica londinense) era británica, además de ser profesora de inglés, por lo tanto me ayudó sobre todo en pronunciación. Creo que además del curso de inglés, el estar alojada en esta casa fue lo que más me ayudó a quitarme la vergüenza y soltarme a hablar inglés. La casa tenía 4 habitaciones, durante el periodo que estuve allí me topé con gente de diferentes nacionalidades: Canadá, Rusia, Georgia, EEUU, Moldavia e Italia. Con todos ellos compartía zonas comunes y acababas manteniendo largas conversaciones después de cenar, durante el café o en la puerta de tu habitación. Fue maravilloso descubrir formas de vida diferentes, incluso enseñarles la ciudad, pues muchos de ellos todavía no habían visitado Londres.

En general fue una experiencia súper enriquecedora, probablemente la que más me ha llenado en mi vida. Y lo mejor es que no es sólo por vivir la experiencia allí, también por darte cuenta de dónde quieres estar y qué quieres hacer. Desde mi experiencia te recomiendo que hagas algo parecido, a veces parece una locura: dejarlo todo, irte a otro país y cambiar por completo tu rutina. Pero, ¿sabes qué? Cada final es un nuevo comienzo y después de una experiencia parecida comienzas con mucha más fuerza.

En mi blog personal de viajes puedes leer toda mi aventura en Londres.